Si busco «teoría de sistemas» en este blog que estás leyendo, encuentro 22 artículos en los que he mencionado ese concepto. Siempre me ha parecido una atalaya muy interesante desde la que observar qué pasa en una organización. Creo que fue cuando estudié Psicología, allá en la noche de los tiempos, que en una asignatura de la especialidad de Organización, cayó en mis manos un primer texto al respecto. En mis proyectos y en mis clases casi siempre hay alguna alusión a algún principio vinculado a la teoría de sistemas. Me siento cómodo en ese universo y creo firmemente que proporciona una perspectiva útil para desenmarañar la madeja con la que muchas veces nos encontramos.
Dicho lo anterior, también es cierto que tenía pendiente ponerme a leer cosas serias al respecto. Es cierto que Peter Senge, por ejemplo, en La Quinta Disciplina maneja mucho enfoque de sistemas y que he leído también algunas cosas de Teoría General de Sistemas del padre de la criatura, Ludwig Von Bertalanffy. Incluso bastantes textos de Steven Johnson -uno de mis autores favoritos- juguetean también en torno a la cuestión. Sí, pero nunca he profundizado en este terreno en el que de verdad creo que me siento cómodo.
En mi entorno siempre he sabido que María Carrascal y Asier Gallastegi (por citar a dos personas con las que tengo relación directa) bebían mucho de un enfoque concreto de la teoría de sistemas: las constelaciones organizacionales. Y no quiero meterme mucho más allá porque seguro que digo algo impropio por puro desconocimiento. Así que, por fin, me he animado a leer un librito de Guillermo Echegaray: Empresas con alma, empresas con futuro. Y sí, me está resultando inspirador.
Todavía me quedan unas pocas páginas por leer, pero es más que evidente que me conecta con situaciones reales de proyectos en los que estoy trabajando ahora. Sin ir más lejos, en un proyecto de reflexión estratégica que estoy conduciendo, enseguida me han venido a la mente conductas concretas de ciertas personas. Echegaray dedica el primer capítulo de su libro a explicarse respecto a la idea de «alma».
El alma, eso que hace viva a una organización, es aquello que mantiene todo conectado y en su debida conexión. Aquí es donde entra lo sistémico como clave de comprensión. La perspectiva sistémica es la que nos enseña a ver el todo y no solo las partes, o las partes conectados con el todo. Por eso mirar sistémicamente a una organización es empezar a percibir estas claves: la organización como un sistema viviente, con vida propia, que siente, se mueve, comprende, más allá de los distintos «actores» que son parte de ella. Cuando todo está en su lugar, cuando cada miembro del sistema tiene su sitio en el todo, cuando la organización intercambia saludablemente entre sus miembros y con la sociedad, entonces una organización se siente completa y parece que todo fluye.
En fin, sigo haciendo conexiones. Esta vez con un clásico como La empresa viviente, de Arie de Geus. Vuelvo con otra cita de Echegaray.
No basta con mirar de otra manera. Hay que saber qué y dónde mirar.
La percepción sistémica es esa cualidad que nos permite mirar (o mejor, sentir) un objeto, persona o situación, sin perder de vista todo el conjunto de interconexiones y relaciones que establece con otros elementos (objetos, personas o situaciones).
¿A dónde quiero llegar con esto que escribo? A una sencilla reflexión: el enfoque de la teoría de sistemas es, para mí, uno de los que necesitamos activar. La complejidad actual obliga a, primero, reconocer los hechos y, segundo, a trabajar con herramientas que nos permitan acercar y alejar la lupa. Y el enfoque sistémico va en esta línea. Seguiremos informando, cual repórter Tribulete 😉
4 comentarios
Mucho ánimo!! Mario Bunge nos resultará también de gran ayuda en esta labor 🙂
Otro más al saco de las lecturas. Gracias, Mentxu 🙂
[…] obstante, al margen de estos pequeños detalles, creo que el enfoque de sistemas, como ya anticipé en un artículo de hace unos días, encaja a la perfecció… con cómo creo que se debe trabajar en consultoría. Supongo que podríamos hablar de lo local y lo […]
[…] con una serie de valores en los crees… mientras creces. Creí escuchar alusiones a las empresas con alma, de Guillermo Echegaray, y también a las organizaciones teal, de Frederick Laloux. Sé de buena […]