Supongo que por la novedad. Quizá todavía no hemos aprendido a convivir y a respetar nuestros respectivos espacios. El caso es que no soy capaz de llevarme bien con él. ¿Nos acostumbraremos mutuamente a una convivencia de mínimos al menos? ¿O es solo un episodio capaz de ocultar todos los demás momentos de supuesta normalidad?
Por ahora todo resulta excepcional. La receta incluye diversas drogas. Cada cual pensada para esconder su presencia, para sepultar su manifestación a base de engañar al mensajero. Allá sigue la causa, impasible a viento y marea. Allá en un rincón bien definido, con un diagnóstico conciso e inapelable. Y sabe que de vez en cuando soplarán vientos favorables. ¿No queda más que renunciar?
Es posible que (casi) todo sea cuestión de actitud. Sugestión, estado de ánimo, convicción personal. Una especie de fe interior que nos inmuniza de una manera difícil de explicar para la ciencia. A fin de cuentas es una sensación. Y a la hora de interpretar la melodía resulta que cada cual dispone de su propia versión. Un mismo origen, tantas respuestas como humanos pisamos el planeta.
Pudiera ser que la evolución nos haya hecho más endebles. Ahora se multiplican las patologías. Lo que ayer no era hoy lo es, con etiologías variadas para que cada cual encuentre su razón. Años de progreso humano para encontrarte de nuevo cara a cara con el dolor. Una sensación de desnudez, de hasta aquí hemos llegado. Una sensación de pura humanidad. Un tobogán de sentimientos del que caemos con estrépito. Una vez más.
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