Esta mañana he pasado un rato muy agradable con alumnos del MBA de Mondragón Unibertsitatea. Hemos estado tratando de contextualizar la importancia de manejar adecuadamente las tecnologías con el fin de que, como directivos, seamos eficientes en nuestro cometido… si es que es posible la compatibilidad de ambos términos 😉
El caso es que sigo pensando que las tecnologías se presentan agresivas para el usuario. Veo cómo usarios, contraseñas, menús en inglés, caídas de corriente (¡¡sí!!, hasta eso hemos tenido) dibujan un panorama complejo. Quizá a quienes estamos cabalgando sobre blogs, wikis, rss y demás parafernalia nos parece sencillo, pero no, no lo es.
Pues en eso estábamos cuando fuera veía caer de forma constante copos de nieve. A veces más fuerte, a veces más suave. Y al final, la imagen, que dicen que vale más que mil palabras, ¿verdad?
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2 comentarios
Pues si, que nevaba si….
Cuando leo tus notas, a veces pienso que no valoramos en demasia la «humanidad» de todo esto. Me refiero a que nos sorprendemos de la dificultad de acceso a las tecnologias, y no nos preguntamos por que es necesario ese filtro.
Nos sorprendemos por que cuesta mucho un software y asumimos que las compañias deben de ganar dinero sobre el valor que puede aportar la aplicación.
En definitiva, la tecnologia es tan complicada como el ser humano lo es…
No estoy seguro de calificar a la tecnología como agresiva, aunque muchas veces sí que lo es (desde el celular que te suena cuando estás empezando a disfrutar una buena comida en buena compañía hasta los controles de tiempo trabajado en los call centers). Pero me parece que el punto está en la presión que la tecnología pone sobre nuestra capacidad de aprender.
Nunca como ahora el ser humano ha tenido que aprender tanto, tan complejo, en tan poco tiempo.
Y cuando finalmente dominas una tecnología, llega el siguiente modelo y a comenzar de nuevo.
No sé si hablar de agresión… yo lo veo como un problema de ansiedad, la tecnología como ansiógeno. Igual son dos caras de la misma moneda.
Saludos desde la ciudad de México, donde nunca hemos visto ni veremos una nevada así (¡y más nos vale!).